La alcachofa ha sido la estrella de las dietas de la década. Todos queremos lucir un cuerpo perfecto y para ello, promete grandes pérdidas de peso en poco tiempo y de forma totalmente natural. Pero los milagros lípidos no existen. ¿Realmente la dieta de la alcachofa consigue que adelgacemos?

Es un alimento con muchísima fibra. Ella nos ayuda a eliminar toxinas y reducir el colesterol de la sangre, porque las moléculas de grasa presentes en el intestino terminan adhiriendose a la fibra. También contiene inulina, hormona similar a la insulina, ayuda a mantener estables los niveles de glucemia en sangre. Su contenido en cinarina estimula a la secreción de bilis, mejorando de esta manera el metabolismo graso y aumentando la  lipolisis (degradación de ácidos grasos). Esta sustancia, además, ejerce un efecto diurético, estimulando al riñón y eliminando el exceso de líquidos. Los fitoesteroles restringen la absorción de colesterol a nivel intestinal e impiden su acumulación en el organismo... Grosso modo es un alimento que facilita la digestión de las grasas. Pero ¡no es un quema grasa como muchas personas piensan!

La alcachofa es un alimento que contiene mucha agua y muy pocas calorías, sólo 17 por cada 100 grs. Ahora, de nada sirve atiborrarte de alcachofas. Lo que sí importa es cuidar tu alimentación. Porque aunque sí que nos ayuda a digerir las grasas, no las quema. Es decir, sus propiedades no se van a ir a meter al tejido adiposo a disolver la grasa vieja. Sólo va a ayudar a asimilar la que sigue en el intestino. Ahora, su ingesta sí es de gran apoyo para la dieta baja en calorías, debido a sus propiedades digestivas y depurativas.

Su consumo protege al hígado y ayuda a recuperarte de una enfermedad hepática (cirrosis, hepatitis, insuficiencia hepática, intoxicación, etc). Favorece la función biliar. Tiene la capacidad de reducir el nivel de colesterol en la sangre, la presión arterial, la arteriosclerosis y el nivel de azúcar en la sangre. Por lo que combate la diabetes. Es también diurética. Entonces impulsa a las toxinas fuera del cuerpo. Este efecto puede echarle la mano a la obesidad, problemas cardiovasculares, hepáticos, gota, artritis. Estudios recientes han demostrado su influencia para mejorar los procesos cancerosos.

Las alcachofas son un alimento dotado. Sin embargo, su consumo no es recomendable durante la lactancia, porque se conoce que disminuye la producción de la leche.

La mayor parte de su popularidad se debe a que su contenido en grasa es bajo y sus altas propiedades diuréticas, que nos ayudan a eliminar los líquidos que nos sobran. Obviamente no tiene grasa, porque no estamos hablando de capearla, pero considero que es más importante subrayar sus propiedades, a atribuirle las que no tiene... como la grasa. Es lógico que si comes verduras adelgazas. Al margen de esto, no debemos apoyar nuestra dieta en un solo alimento. Nunca, en ningún caso, ni en ninguna de sus presentaciones, es un milagro quema grasas como nos la han querido vender durante mucho tiempo.