El vaivén hormonal que experimentan las mujeres en las distintas etapas de la vida constituyen el mejor caldo de cultivo para que los tejidos acumulen líquido. Aunque se trata de una situación que no reviste gravedad, salvo que detrás exista un trastorno hepático, cardíaco o renal, lo cierto es que los alimentos que configuren el menú resultan determinantes para luchar o, por el contrario, favorecer la retención de líquidos. Todos aquellos que por su composición alberguen un efecto diurético y, por tanto, una gran riqueza en agua suponen, según la doctora Ana Larramendi, experta en Dietética y Nutrición del Centro Médico Hedonai, la mejor receta contra este problema. En concreto, «frutas como piña, papaya, pera, melón, sandía, uvas y algunas verduras como endivias, cebolla, hinojo, apio, espárragos, alcachofa, perejil, algas como iziki, arame o kombu cumplen esta función, aunque no sólo importa el contenido en agua y fibra, sino que también influye su contenido en magnesio y potasio y su poder alcalinizante. Así, seguir una  dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales, algas y semillas oleaginosas como pipas de calabaza o de girasol será la alimentación recomendada para potenciar la función diurética del riñón». Si, además, continúa, «se combina con la ingesta de pescado blanco, pollo y huevos que son los alimentos proteícos menos salados, se favorecerá más la eliminación de líquidos».

Poder de arrastre
Pese a este modelo nutricional, lo cierto es que también existen otros alimentos que pueden convertirse en el peor enemigo para que el organismo bloquee los líquidos acumulados en el sistema linfático y, por tanto, le resulte más difícil eliminarlos. La lista la encabezan todos aquellos productos que, bien por su composición o su condimentación, son más ricos en sal como «embutidos, salmón ahumado, queso azul, sardinas en lata, así como otras conservas vegetales», afirma Larramendi. En esta misma línea se sitúa la doctora Elena Escudero, especialista en Medicina Interna del Hospital Infanta Sofía de Madrid y máster en Nutrición Clínica quien añade que, «siempre se ha dicho que el agua sigue a la sal, por lo que disminuyendo estos alimentos se reduciría el exceso de líquido». No obstante, «para aquellas personas con tendencia a tener la tensión arterial baja, como suele ocurrir en las mujeres jóvenes y máxime durante la menstruación, no es lo mas conveniente reducir el aporte de agua ni  la cantidad de sal de la comida por el riesgo de empeorar sus niveles de presión arterial. Lo suficiente seria que la dieta diaria aportara 4 gramos al día de sal.

Una alimentación normal se sitúa entre 4 y 6 gramos diarios», advierte Escudero. La idea no es evitar por completo estos alimentos, sino «moderar su ingesta y elegir los más ricos en potasio y magnesio para contrarrestar el efecto de la sal», aconseja Larramendi. Aunque todas aquellas personas que de forma habitual retengan líquido tienen cierto miedo a ingerir demasiada agua por si no pueden  expulsarla, Escudero sostiene que «la ingesta debe mantenerse siempre en cantidades que, junto con los alimentos, alcancen los dos litros para asegurar el buen funcionamiento del organismo y satisfacer las pérdidas». Además, continúa Larramendi, «el agua es necesaria para arrastrar tóxicos y es el mejor diurético que existe». Asimismo, la fitoterapia puede servir de gran ayuda en esta situación. Según Teresa Ortega, profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidenta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (Infito), «las plantas medicinales incrementan el flujo urinario, por lo que disminuyen la retención hídrica.

El té de java, la cola de caballo, el diente de león, la vara de oro, el abedul, el té verde y la grama de las boticas están reconocidas por el Comité de Productos de Plantas Medicinales de la Agencia Europea del Medicamento, que avala su empleo como diurético».  En todos los casos, «se trata de plantas que se toleran muy bien y presentan una incidencia muy baja de efectos adversos», matiza Ortega. Asimismo, «si a estas infusiones se les añade unas gotas de limón, cilantro o perejil, se potenciará su efecto diurético», concluye Larramendi.

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